Malas miradas (II)

Abrir los ojos a las 7, remolonear hasta y media, ducharse y desayunar, encender el ordenador y mirar el correo, pasar apuntes, leer o lo que sea... ir a clase, una tras otra, aprovechar las horas muertas para hacer algo de lo que después en casa no me dará tiempo, otra clase, comer, aprovechar, clase, clase, clase... y para colmo que vengan a tocarte las narices.

Harta y sin vida.
Echarte de menos y que sea eso echarte de menos.
Dejar que toda la negatividad se instale en mi cerebro y los pensamientos me abarrunten. HARTA.
Llamar y que me cuelgues y desear quedarme horas mirando el teléfono por si acaso (y lo que es peor no tener tiempo ni para eso).
Echar de menos mi vida.
Querer ver a toda mi gente. Tener que decir que no puedo.
De fondo la llamada de Martín Fierro. Buscando atención mi garganta, para que le haga caso.
Que ciertas personas te defrauden a pesar de que tú ya sabías que... Querer llorar y que te pueda la impotencia.
Cerrar los ojos en mitad de la habitación más desordenada del mundo, deseando abrirlos y que todo esté colocado. Saber qué vas a hacer mañana.
No, definitivamente hasta ahora no ha sido un gran día.
Por suerte, todavía puede mejorar