1/23/2010

Secretos


Escucha los secretos que su mano le cuenta. No quiere más. Tiene suficiente... Siempre sus dedos contándole secretos. Y cuando viene el frío se cubre con una capa de hielo y sigue apoyada en su cama, sin hablar. Recoge las piernas como hacía en el vientre de la madre que no tuvo. Y, encogida, respira la vida esperando el sonido que la despierte.

Foto: Vanlat

1/20/2010

Algo pasa...




El efecto dominó. Algo entre vos y yo. Eso me confunde mucho.

Y no quiero entusiasmarme con palabras. Ya no hago más que especular.... Mejor sería demostrártelo...

Descoloque

Vamos a tener que hacer algo con este descoloque y este poco encontrarnos. No puede ser que andemos cambiando de posiciones y jugando al ratón y al gato. Deberíamos centrarnos un poco. Por lo menos empezar en el mismo punto. Luego si quieres nos dispersamos y hacemos un par de círculos cada uno a ver qué encontramos. Pero saber de dónde partimos tampoco estaría mal. Y es que a mí tanto cuento y tanto baile me empieza a marear. Que cuando tú quieres vals yo tengo rock an' roll y cuando me da a mí por lo lento tú tienes una bachata... Y es que o ponemos las cedeteras más cerca o yo pierdo el compás (no te aseguro que no lo vaya a perder en cualquier caso). En el fondo bastaría con saber... creo yo... pero la ignorancia resulta, todavía, dulce e infantil así que podemos mantenerla un poco más. Y en todo esto... ¿dónde estás tú? Con la camisa puesta y las gafas rectas, yo escurriéndome de la silla con los pantalones del pijama y la sudadera de estar por casa... Así... Y así es siempre... Excepto cuando nos desnudamos con la mirada... que los dos estamos vestidos... y desnudos.

1/17/2010

"...la diferencia entre una señora y una florista
no reside en cómo se comporten,
sino en cómo se las trata. Yo seré
siempre una florista para el profesor Higgins,
porque él siempre me trata como a una florista, y
así siempre lo hará;
pero sé que puedo ser una señora
para usted porque usted siempre me trata
como a una señora y siempre lo hará así."
Eliza Doolittle, Pygmalión de G. B. Shaw

Ahí está la base de todo. Lo que hemos hecho y hasta dónde hemos llegado. De eso se trata de ser una florista, o de ser una señora, o de ser una señora florista. De creer lo que eres. De saber lo que eres y, también, que puedes ser de otra manera. Que lo que hemos aprendido se desaprende, que la mejor razón para hacer algo es porque me apetece, porque quiero, porque merece la pena... Que no voy a saber quién eres hoy por todo lo que me cuentas de ayer. Que no vas a saber quién era ayer por todo lo que te cuento de ayer. Porque, además, todo te lo cuento según yo creía que era... y a lo mejor no es coincidente.

1/10/2010

Acabo de encender tu cigarrillo.
Sólo quería que lo supieras.

1/08/2010

Sé que me voy a enredar en tu cremallera, sé que me voy a enredar en tu cremallera...

Y también que no sé qué haré cuando no tenga excusa para verte.

No sé si me tienes prohibido...

1/06/2010

Invierno, primavera y muerte prematura

Colores del invierno, decías, colores abyectos y enfermizos. Yo te escuchaba, porque la verdad en mi cabeza abierta siempre venía de fuera. Y miraba donde tú mirabas y aprendí a distinguir los cuellos de cisne, las fajas ocultas y los pechos caídos que se turgían bajo un sujetador.
El tiempo me demostró que no tenías razón, que todos engañábamos y que la ropa sólo era una forma de incomunicación social. Hacía frío. Era invierno y la única manera era ir tapados hasta arriba, que no se viera nada, no enseñar nada y evitar ser reconocidos como seres humanos bajo capas y capas de licra, algodón y plastiquete del malo.
En medio de todo, mi cuerpo renacía y se definía como tal. Me volví cada vez más sensible, capaz de distinguir el más mínimo roce y disfrutar con él. Mi propio flujo de sangre me calentaba, no necesitaba más. Los trayectos diarios de riego sanguíneo se convirtieron en una tortura; sobre todo los días de vagancia. Esas mañanas en las que no quería salir de la cama, ni me estimulaba ir a clase, ni comer, ni quedar... Esas mañanas en las que lo único que tenía sentido era estar quieta y notar cómo latía mi cuerpo.
Llegó la primavera y los colores se volvieron vivos, dejando la muerte a un lado. Resulta muy cruel morir en abril o en mayo, cruel y absurdo, triste el apagarse con esa explosión de intensidad a tu alrededor; pero te dio igual. Dejaste la lógica a un lado, fallaron todos tus principios y en el resurgir cerraste la cuenta. Y mi cuerpo seguía renaciendo, cada día nos despertábamos los dos: mi cuerpo y yo. De forma separada y unida. Calibrando nuestras propias fuerzas en una lucha por el control final. Solía ganar yo, todo hay que decirlo. Aprendí a sentir sin pensar qué era lo que sentía, hacia dónde podría llevarme y mi cuerpo se dejó vencer de manera silenciosa. Todas las ollas a presión necesitan una válvula de escape y esta no era diferente. Su detonante era el alcohol y la caricia; simplemente. Aquellos dos elementos, extraños a la cadena de mando que había conseguido organizar, eran la crisis del sistema. La muerte total del orden establecido. Y tú siempre estabas ahí para recordármelo.

1/03/2010

Me toca los cojones encontrarte en todas partes, reina mora.

De verdad de verdad que me toca los cojones. Sé que tú no me miras, que no me ves y que te importo un comino, pero, chica, que cada vez que vaya a andar te pongas delante... Tiene cojones la cosa...
Yo no sé qué te ven, bueno sí lo sé, pero no quiero pensar que eso es lo que quieres que te vean... No sé si me explico. Yo si quieres te lo aclaro en petit comité... Sólo espero que tú lo reconozcas, me refiero a esa manera de vender, de regalar, todo lo que puedas usar para esto... Sólo espero que luego les digas que no vas bien, que veas, que oigas y que seas crítica. Mi oído no es muy bueno, pero hay que ver como chirría con según qué cosas...
De todas formas y pese a todo, felicidades... supongo que también hay que fijar la vista en los enganches que te has currado. Déjame ser mala y preguntarte cuántas promesas que no cumplirás hay detrás de todo. Cuántas mordidas de lengua y cuántas bajadas de pantalones. No sé qué es mejor. Tampoco me importa. Hay que ser trepa. Muy trepa.
Me das ganas de llorar.
Entre rabia e impotencia, todo lo demás.
Pero es que... ya se sabe...
Quien a buen árbol se arrima...

Por cierto... Enhorabuena... si eso.