2/17/2010

Me pesa todo tanto que me está empezando a hogar.

2/11/2010

El punto

Vengo con el lápiz, ahí, remarcando bien los puntos; que ya vale de tonterías, que ni tú eres tan cabrón ni yo soy tan buena. Que tengo mis maldades, mis maldades gordas; pero no lo publico porque no me apetece. Que me río de cosas que no debería, pero ¿qué le vamos a hacer? me hacen gracia. A quien no le guste que mire para otro lado, que ya me he cansado yo de desviar los ojos. Que sí, que mi silencio no significa que te dé la razón, ni siquiera que esté de acuerdo. Pero te dejo decir, porque creo que no lo vas a entender y no tengo ganas de esforzarme. No, primo, no tengo ganas de sacar las espadas, enzarzarnos en una lucha desde los pedestales y meternos un piñazo de los gordos; por eso te dejo decir... Que yo haré lo que me dé la real gana. (Si eso, gracias por intentarlo).
Que puedes llamarme rubia o morena, que me da por ponerme peluca y a ver si te acuerdas de qué color tengo el pelo... Tanto mirar para no ver nada. Tanto buscar para que lo que encuentres sea una soplapollas y encima vengas a tocarme los cojones. Si quieres soplapollas, quédate con ella y a mí déjame seguir con mis cuentos. Sigo creando historias cada día, voy dejando ramilletes de romero en las casas que destrozaron las tormentas de estiércol. No es mucho.

No te preocupes, tengo lo tuyo preparado para mañana.

2/08/2010

Quiero salir de esta mierda.
Pero no sé.

Esa es la más puta de las tragedias. Querer salir y no saber. Darse cabezazos contra la pared. Como si una sólo pudiera darse cabezazos contra cosas duras. Claro que son mucho más efectivos, pero... ¿qué hay de esa sensación? Sí, sí, cuando te lanzas hacia una tela colgada de una cuerda. Cuando te lanzas, concentrando toda tu fuerza en el empujón... y no hay resistencia. Y te sientes más tonto, más débil, peor que antes.
Porque ya vale... ya vale de darse de cabezazos... JODER que ya está bien, que me harta llamarte y que no haya respuesta, que me harta jugármela y que nunca estés, que me harto de ser siempre la que pone la otra mejilla, que me harto de seguir echándote de menos, que quiero matarte abrirte las tripas y que dejes de respirar, que quiero matarme abrirme las tripas y dejar de respirar y dejar de respirar y que todo se acabe.

No quiero seguir tragando.

2/03/2010

A veces yo también tengo ganas de vomitar, de abrirme el estómago por el ombligo, rasgando si se pudiera la carne en dos, ver mi cuerpo abierto, mi sangre desparramada, mis tripas al descubierto. Vivir una explosión interior que signifique renacer, porque me harta tanto aguante por dentro.

Ahora vendrás y dirás que lo que necesito es un buen polvo. Y ¿quién soy yo para negarte eso? Claro que necesito un polvo y no uno, dos, tres o treinta y seis. Una buena sesión de sexo para salir con más ganas de reventar el mundo. De decir dos cositas, de callarme treinta y cuatro. De soltar un libro en cada hueco que vea. De pintar mazorcas de maíz en el asfalto. De contarte las pecas que no se ven. De escuchar rap y heavy. De darte un piquito. De presentarme en el juzgado el día de su boda. De salir. De dejar una cara rota sólo con mirarla. De gritar a una imbécil que es imbécil. De saltar sobre una espalda y hacernos una foto. De ir a la plaza del Pilar y girar y girar. De dar una respuesta cuando me pregunten.
Sólo son más ganas. Todo eso lo puedo hacer también.