3/22/2010

Es verdad, últimamente no hablo nada... tengo tan poco que contarte.
Tan, tan poco.

Al principio...
El mundo era una pelota
que nos pasábamos al grito de ¡País va!
y nadie decía nada de fronteras,
como mucho cambiar alguna peseta por un par de francos.
Aceite flotando en la superficie,
una suma abstracta de tontería y parsimonia.
Torpes como ciervos recién nacidos,
tropezando con nuestras propias piernas,
zancadillas las llaman.
Y de fondo,
música de violines.

Luego,
separar el grano de la paja...
ya se sabe, los chinos trabajan el doble por la mitad.
Vomitábamos jugando a la oca con vasos de kalimotxo
en bares demasiado claros para ser bares.
Mentíamos sobre nuestra edad.
Masticábamos los secretos menos callados
en viajes de cuatro semanas.
Todo era tremendamente barato, accesible y ligero.

En un avión, me pintaron una diana en la cabeza.
Empezó a hacer frío.
Vi el cementerio de cerca y decidí quedarme allí para siempre.
No he vuelto a salir.

3/16/2010

Que no me importara

Quería que no me importara.

Ya sabes, seguir andando con la sonrisa y bailar la canción más heavy del bar. Cruzar los pasos de cebra pisando sólo lo blanco y pararme en seco después. No mirar atrás y si se me escapa una lágrima, cazarla con la lengua.

De verdad que quería que no me importara.

Y vivía, tomaba cervezas después de trabajar, daba paseos nocturnos y me reía con nuevos o viejos amigos cada nada. Seguía con mis libros, de vez en cuando garabateaba palabras en un papel, fumaba y bebía café.

Quería que no me importara, pero me resultaba difícil. Muy difícil. Y acabó por importarme, claro.

Pero tú no te preocupes, que ya sabes que siempre salgo del barro. De vez en cuando se me cae la coraza y hablo un poco y reconozco que, desde que te fuiste, me falta un violín. Y se me empañan los ojos y me invento realidades alternativas. Y alguna que otra, lo digo, a ver qué pasa. Y no pasa nada. No nos cruzamos ni suena el teléfono. Mi madre decía que las palabras son evocadoras, pero a ti no te traen. Y anochece y amanece y el mundo vuelve a empezar.
Día a día, amontonando piedras.


Imagen de A.I para Información.es

3/10/2010

Qué bueno es reconciliarse con los recuerdos que ya pasaron. Era normal que quisiéramos enamorarnos.

Sin orejas

Tú, besando bocas en los portales, y yo, cerrando los ojos para verte, tiene narices.


3/04/2010

Crees que soy tan fuerte que no te necesito.
Lo que ocurre es que me cuesta tanto que no sé pedírtelo.

3/03/2010

Quería escribir

Quería escribir.
Quería escribir algo lento. Tan lento que pudiera ser. Tan lento, tan lento que tan lento no fuera talento. Quería escribir algo que sonara entero. Algo que no fuera una ñoñería ni tuviera sobredosis de azúcar.
Quería escribir jadeos. Jadeos de sílabas. Que se oyeran todas. Que ninguna se extraviase.
Quería escribir jadeos lentos para palabras con mal karma. Palabras partidas de antes. Palabras bañadas en whisky con cocacola que no acababan de marcharse.
Y hay que decirlo lento. Que esto es algo que no se puede decir rápido.
Quería escribir.
Quería escribir todas las letras para que se oyeran.

Es sólo que, lo que quería decir, no podía ser leído por todos.