7/11/2006

El refugio

Te has convertido en mi refugio, en el único lugar en el que me apetece estar, en el que me apetece expresarme. Este es el único sitio en el que no debo nada a nadie, ni hacer, ni decir, no se espera nada de mi y mis propias mentiras (y verdades) son lo único que importa, porque no hay jueces ni nadie que seleccione ni determine qué es lo correcto. Y yo sigo intentando mirarme en el espejo y el reflejo no me devuelve más que imágenes de las que ya huí.
¿Quién es tu fuerza? Me preguntarás mañana y yo te diré: tú lo fuiste un tiempo, antes lo fueron otros... tú, tú maldito libro antiguo, tú maldita alma cansada... tú me das la fuerza porque no puedo herirte, porque tampoco puedo complacerte y porque no me importa ya cómo me mirarás la próxima vez que me veas. Tú, que te crees demasiado fuerte y poderoso. Tú, que olvidas que soy joven y que tengo todo el derecho del mundo a equivocarme. Tú, que pagaste un mal día conmigo. Tú que me dijiste la verdad aún cuando no tenías razón y aún cuando la tenías. Tú... que no eres nadie en concreto, sino la suma de muchos. Tú que sabes que me estoy perdiendo y no quieres salvarme (o al menos eso dices). Tú....
Debería seguir escribiendo, pasar horas y horas, envolviéndome en palabras, dejando pasar el tiempo y que nada acabe bien, una y otra vez quejarme y llorar... sería tan fácil y me apetece tanto... hundirme en mis propios argumentos... y hoy sólo me apetece un abrazo y que dejen de darme lecciones por un par de horas.

1 comentario:

Joan dijo...

Ánimo, mujer, qué blog más triste, oye (o como mínimo eso destila).