7/09/2006

El club de los poetas muertos o como cambia la visión

Neil Perry murió ayer por la noche, otra vez. Ronald Keating se cercioró de lo importante que puede llegar a ser un solo hombre. Todd Cameron se enfrentó a sí mismo y al fantasma de su hermano subiéndose a un pupitre antiguo de un viejo colegio norteamericano. Yo estaba allí para verlo.
En un momento de verdadero fracaso personal, como es este, la visión del Club de los poetas muertos casi me hace renacer. Y digo casi, porque los absolutos no existen (es un vicio que estoy dejando decididamente).
Para quien no conoce la película, disculpadme por contaros el final... de todas formas no dejéis de verla, porque el mensaje está en cada uno de los fotogramas que preceden a los momentos que ya he contado. La capacidad de un hombre, la capacidad de un joven, la presión social... todo se rebate, todo se pone a prueba, todo se dice, todo se capta y todo nos llega como telespectador.
Hoy ha sido uno de esos días raros. Si hubiese estado en Zaragoza, posiblemente hubiera puesto en el DVD Love actually y me hubiera hartado de llorar para acabar con una sonrisa entre los labios. No estaba en Zaragoza, no tengo aquí Love Actually, dispongo sólo de algunos dvds que he comprado en Alemania (donde las películas son mucho más baratas). Hay quien diría que tenía que ser así, porque lo que tiene que ser, es; tarde o temprano.
Ahora estoy aprendiendo que no es así y mi vieja idea de que la vida es una frase escrita con cada una de las opciones posibles vuelve a rondarme la cabeza. No sé si recordáis o si conocéis, esos libros que presentan varias opciones al lector. “Si el gato se cae de la mesa, pasa a la página 14; si el gato se come el pastel, pasa a la 32”... Si existe una biblioteca de la vida, debe ser algo así. ¿Qué sentido tenemos nosotros aquí? ¿Conocernos unos a otros, amarnos, reproducirnos, influirnos...? No podría ser tan fácil ¿No? Al fin y al cabo, lo que acabo de decir lo hacemos todos, antes o después.
No sé cuántas veces me he dicho a mí misma la frase: “lo que tiene que ser, es” ni tampoco cuántas se la habré dicho a alguien... ¡Cuánta mentira en tan pocas palabras! Lo que tiene que ser... ¿quién decide eso? Las cosas son cuando somos lo suficientemente capaces de luchar por ellas, ni antes ni después. Da igual cuánto deseemos algo si no vamos a por ello. Podríamos estar toda la vida esperando a que nuestro deseo llamara a nuestra puerta. Eso es lo más duro de todo, saber que sólo tendremos lo que somos capaces de conseguir. Y eso aún cuando a la vida no le dé por molestar y ponerse “tocapelotas”.

8.07.06

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