11/08/2009

Arquitectos

No resultaba fácil... Pero seguíamos ahí. Casi parecía que siempre estábamos ahí, pero no estábamos. Éramos fantasmas en nuestros presentes. Recogíamos pinzas del suelo y fabricábamos otras. Nos llamaban arquitectos. Aunque todos sabían que no podía ser, que no teníamos carrera, ni título de bachillerato, ni el graduado. Pero nos llamaban arquitectos y nosotros aceptábamos el nombre porque venía de fuera. Luego todo fue muy lento. Cada vez había más medias-pinzas desperdigadas y menos tiempo para crear nuevas. Y seguíamos siendo arquitectos. De vez en cuando nos reuníamos y montábamos unas cuantas. Y volvíamos a sentirnos arquitectos. Aunque no lo fuéramos.
Luego nos cansamos de las pinzas. Resulta que no eran muy rentables. O al menos eso parecía. Las pinzas no salvaban del frío, ni alimentaban, ni hacían compañía. Servían para colgar la ropa y retorcer pezones de vez en cuando.
Y nos seguían llamando arquitectos.