8/04/2008

De preguntas y respuestas

En mi fantasía tenías el pelo rojo y la cara de cartón. No sé bien cómo acababa, pero tenías el pelo rojo... o quizá fuera azul. Da igual, tu cara era de cartón. Contabas chistes que me hacían gracia y decías palabras que no entendía. Hablabas con un acento extraño algo parecido a la nada y enlazabas unas ideas con otras, sin más. (Punto).
Me hablabas de un sitio que conocía y no sabía qué decir. Siempre me pasa lo mismo en los momentos importantes: me quedo callada. En casa, el viento iba cerrando las puertas y los golpes se convertían en respuestas. Tú tampoco acababas de comprenderlas y esperabas algo más verbal. Te besé. Abriste los ojos. ¿Por qué me besas? ¿Por qué no? Me marché.
Salí a la calle y andé hacia algún lugar conocido. Cogí la A4. Era una buena respuesta. Caminé dejando el hilo de colores con madeja en la India. Llegué o, más bien, supe que había llegado. No había ningún cartel que dijera
Aquí; podría haber existido. El calor empezaba a asfixiarme y me desnudé. Siempre es más cómodo estar desnuda. Excepto si hace frío, entonces lo mejor es una manta de lana suave sobre la piel. La mayor parte de las mantas son ásperas o se vuelven ásperas con el tiempo. Es importante encontrar la adecuada y lavarla con suavizante cuando toque.
Me senté desnuda, sobre un sofá creo.
En el fondo, me ponía nerviosa ver la cara de cartón.

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