9/28/2007

Me vais a permitir...

(y si no, me lo permito yo que el blog es mío al fin y al cabo)
que escriba hoy una "carta de odio"(creo que se llaman así en psicología y si no, pues mira, término inventado, directo a mi diccionario personal) a alguien muy concreto, con nombre propio y todo (en este blog y en la vida real)... pero no le daré la satisfacción de nombrarlo. Sabe bien quién es... así que allá voy...


Querido tú:
(Por si lo dudas, lo de querido es un mero formalismo. Una, que como tradicionalista que es para algunas cosas, gusta de mantener las buenas formas)
Por fín estoy frente al ordenador. Tengo tu imagen justo al lado (de hecho no veo los altavoces, pero sí tu rostro) y ganas de vomitar cada vez que te miro. En fin, hemos vuelto al principio de los tiempos, al mismo día en que juré no volverte a hablar, aquel día en el que pisoteada y hundida me puse por encima de ti y de mis fantasías para contigo. Hemos vuelto a ese día y no me he permitido estar tan herida, no me he dejado caer hasta casi rozar el suelo. Ahora puedo mandarte a la mierda sin mayores aspavientos. Que te den bien por ahí.
Después de los tacos de rigor voy a confirmarte lo que tanto temes y es que te has vuelto a equivocar, querido (este leelo con voz irónica, esa voz irónica tan mía). No sé si hay una tasa máxima de humillación y dolor que una persona puede soportar... en cualquier caso has rebasado la mía con creces. Punto y final. Hasta aquí ha llegado Anatita.
Que me temías, decías con todo aquella cobardía y que me querías, también, tanto que lo más importante era no perderme nunca. Todo mentiras, creadas por tu ¿miedo? ¿chaquetismo? Llámalo personalidad. No sé qué clase de orgullo masculino-machista (que tú tiendes a confundir con caballerosidad) te impulsó a decir, hacer etc etc todo aquello. También desconozco dónde (en qué punto de eso que tú llamas evolución vital y yo desevolución mortal) te sitúas, aunque sí sé perfectamente dónde te colocarás en mi propio desarrollo personal en cuanto publique esta entrada... ¿acaso lo dudas? Tu imagen va directa al cubo de la basura, de ahí al contenedor y de ahí al basurero donde apelmazadita con otras muchas sustancias deshechables encontrará seguro un rincón acogedor y posiblemente se haga amiga de alguna rata. A cada cual, lo suyo.
Como siempre, sigo sin desearte nada malo; pero me conservo el deseo de que no vuelvas nunca a mi vida. Por si las moscas, he cerrado bien la puerta y no volveré a ofrecerte refrigerio alguno. Y sí, también he tirado la imagen de Dama del Consuelo que con tanta opulencia tuviste el detalle de regalarme y yo la desgracia de aceptar (más que desgracia, es una de mis grandes estupideces).
Nunca me han gustado este tipo de cartas, porque las considero el último grito desesperado antes de tomar una decisión. Te aclaro: esta no lo es. No vuelvas; tu vuelta sólo supuso mentiras y traición; no has demostrado que pueda ser diferente. Enhorabuena, jinete, por fin has caído del caballo. Estoy escribiendo esto por y para mí y también porque necesito gritarlo... y este es el mejor método que conozco.
Adiós.
Vanlat

P.D: Me he tomado la libertad de agrandar las palabras clave, esas que no debes olvidar leer.

4 comentarios:

Denise dijo...

el que haya provocado semejante carta se merece la basura donde dices que irá a parar, sin duda.

Sofía B. dijo...

Pues nada ahora ya borrón y cuenta nueva.

Vanlat dijo...

Además de verdad!!

sindändùne dijo...

¡qué gran carta de odio!
siento que alguien te haya dado razones para escribirla, pero gran carta aún así.