12/29/2009

Calor

Se puso de puntillas y le besó en la mejilla. Las dos horas que pasaron juntos estuvieron repletas de besos en las mejillas. Llenos de amor, besos en la mejilla. Besos y abrazos. Así deberían ser todos los encuentros, estar cerca y tocarse. Estar cerca y poder tocar.

Se separaron, quizá él se giró una última vez para mirar cómo aquella niña, ahora mujer, se alejaba lentamente; quizá no. Ella no lo sabe. Ella no se giró, se encogió de hombros y recuperando la protección de su abrigo se encaminó hacia casa. Casa. El frío del piso en el que vivía de alquiler, las luces del salón fundidas, la cama estrecha, el silencio de sus compañeras ausentes... Casa. Sonrió. Casa. Dijo.
Y se fue con una sensación de calor que no venía del clítoris, ni de la vagina, ni de las contracciones, ni del recuerdo de un beso en el cuello. Se fue.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante tu blog, vendré de visita! Abrazos,

safrika

pqueno dijo...

y, aún así, sentía ese calor


hermoso, de veras


abrazos etc

Vanlat dijo...

@Safrika: gracias :)

@pqueno: gracias :)