Hola...
Tímida te llamo, porque sé que no puedes estar. Tímida y coqueta abro los ojos para atraer tu atención, lo único que ahora tengo de tí. Me faltan tus abrazos, envueltos en dulces mentiras, juegos inocentes de niños, que los adultos (que ahora ya somos) no entienden). Me llamas, me apartas, me quitas, me pones, me das, me ofreces, me dices, me cuentas, me tiras, me salvas, me ignoras, me escuchas...Y cuando nos vemos, casi no nos tocamos, incluso en las noches mágicas, cuando la luna sale al cielo vistiendo su más brillante vestido, incluso entonces, nos tememos tanto... que hablan los adultos y los niños que somos callan y no pueden jugar... ¿Cuánto más destrozaremos su infancia?
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