Una razón. Debía haber una razón. Tenía que haberla. El silencio encontrándome una y otra vez. Siempre ha sido muy cabrón. Es un gas, te rodea y te asfixia. Simple, pero eficaz. No sé cuándo empecé a dudar de que algo pudiera explicar esto. Quizá al mismo tiempo que la imposibilidad se convirtió en una certeza.
Joder, cómo dolía.
Joder, cómo dolía.
2 comentarios:
El silencio es lo que tiene, cuando no lo buscas asfixia y cuando lo buscas se te escapa. Sigue indagando, encontrarás la razón (o no, pero a veces lo interesante es el viaje, aunque duela).
Te debo un e-mail.
Un abrazo enorme.
Me encanta leerte, silencios sin explicación azotan las almas...
bss
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